La necesidad de financiación es una de las grandes preocupaciones en el mundo empresarial. Por ello, es muy común que existan dudas sobre cuál es el mejor método para cada sociedad y circunstancias.
En este artículo explicaremos lo más importante de las pólizas de crédito, cómo funcionan, para qué casos es más conveniente y algunos ejemplos. El objetivo es que en menos de cinco minutos tengas toda la información necesaria, para saber si es el método que más te conviene.
Una póliza de crédito es una herramienta financiera que permite a las empresas obtener financiamiento a corto plazo para cubrir sus necesidades de capital de trabajo. Es decir, es una línea de crédito rotativo que permite al titular de la póliza obtener fondos a medida que los necesita, sin tener que solicitar un préstamo cada vez.
¿Qué es una póliza de crédito?
Es un contrato en el que la entidad financiera (generalmente un banco) pone a disposición de la compañía una determinada cantidad de dinero en un tiempo determinado. Se formaliza mediante un contrato en el que quedan fijadas todas las condiciones, intereses y plazos de devolución.
Su funcionamiento es similar al de una cuenta corriente y el contratante pagará intereses únicamente por el dinero que utilice y no por toda la cantidad que tenga a su disposición. Por ello, es una herramienta muy utilizada por los empresarios para realizar ajustes en el día a día sin el peligro de excederse con el endeudamiento o quedarse cortos.
La póliza de crédito para empresas es una buena herramienta, pero para poder acceder a ella es necesario cumplir una serie de requisitos. Por ejemplo, debe demostrar su solvencia económica y aportar garantías crediticias.
Esto provoca que sea ideal para compañías que han tenido algún desajuste puntual de tesorería, pero no para cubrir gastos fijos. ¿Qué queremos decir con esto? Que este es un método recomendado para, por ejemplo, cubrir un desajuste provocado por el impago de un cliente, pero no para la compra de materias primas.
¿Cómo funciona una póliza de crédito?
Este tipo de financiación tiene una serie de diferencias que lo distinguen de un préstamo al uso. Las empresas pueden solicitar una póliza de crédito a un banco. En ese momento, la entidad financiera evalúa la capacidad de la empresa para pagarlo y establece un límite de crédito. Una vez aprobada, la entidad puede obtener fondos de la póliza en cualquier momento, siempre y cuando no exceda el límite establecido.
El titular de la póliza solo paga intereses sobre el saldo pendiente y puede pagar el préstamo en su totalidad o en parte en cualquier momento sin penalización. La empresa también puede renovar el acuerdo una vez se agota si mantiene un historial de pago positivo.
Como puedes observar, esta es una de las grandes ventajas de las pólizas de crédito: solo pagas por el dinero que usas. Por ejemplo, si solicitas una póliza de 20.000 euros pero solo usas la mitad de la cantidad, únicamente pagarás intereses por los 10.000 euros que hayas retirado.
¿Cómo se saca el interés de una póliza?
Existen una serie de costes asociados a las pólizas de crédito. El principal es la comisión de apertura, que en el mejor de los casos será del 0,25 % y en el peor no suele superar el 2 %.
Además, hay otra serie de posibles gastos. Tenerlos o no depende del acuerdo al que se llegue entre la empresa y el banco. Por ejemplo, puede haber comisión de revisión anual en caso de renovación o de disponibilidad por el dinero que no se ha utilizado.
Ejemplo de póliza de crédito
Imaginemos un empresario con un problema puntual que afecta a la situación de la compañía. Uno de los casos más comunes es un cliente que deja de pagar una factura y ya se había previsto utilizar ese dinero para cubrir una serie de gastos o inversiones
Esta situación le lleva a solicitar una póliza de 20.000 euros e imaginemos que tiene una tasa de interés del 2 %. El interés sería de 400 euros al año (20.000 x 0.04). Si el saldo pendiente cambia durante el año, el interés se calcula en función del saldo diario promedio.
¿Cuánto dura una póliza de crédito?
La duración de la póliza de crédito viene fijada en el contrato entre empresa y entidad financiera. Por norma general, la duración más común es de un año.
No obstante, en caso de que la entidad haya cumplido con el pago de los intereses y, si lo ve oportuno, es muy habitual que pueda extender la póliza de crédito durante otro año con las mismas condiciones.
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